viernes, 21 de junio de 2013


                                            LA ENTREVISTA DE GUAYAQUIL
La entrevista entre San Martín y Bolívar tuvo lugar los días 26 y 27 de julio de 1822 en la ciudad de Guayaquil. Los dos libertadores, el del Norte y el del Sur conferenciaron a solas, sin la presencia de testigos. Es frecuente rodearla de misterio, por que para determinar lo realmente conversado entre ellos es necesario recurrir a fuentes indirectas o comentarios de los próceres a terceras personas. Existe además una polémica entre los historiadores bolivarianos y los sanmartinianos acerca de lo tratado por los libertadores en la entrevista. Para San Martín, lo conversado en las reuniones era un secreto que se debía guardar para no poner en peligro las operaciones militares contra los realistas que todavía no estaban definidas, y, por varios años, no reveló lo conversado. Bolívar, en cambio, produjo a los pocos días varios informes, redactados por su secretario, en el que da su versión acerca de lo tratado con San Martín en Guayaquil, pero en ellos, Bolívar omitió el pedido de San Martín de unir ambos ejércitos y de este modo terminar en forma rápida la guerra.

El contexto internacional

En Europa estaba vigente una alianza de los reinos más poderosos del momento, llamada “La Santa Alianza”. Se había formado luego de la derrota de Napoleón y estaba compuesta por Austria, Prusia, Inglaterra, Rusia y Francia. La forma de gobierno consentida en Europa era la monarquía constitucional y el sistema republicano era pensado como una fuente de anarquía y desorden.

Campañas de San Martín

Las tropas rioplatenses, reunidas con las chilenas, derrotaron a los realistas en la batalla de Maipú, 5 abril de 1818, cerca de Santiago de Chile. El próximo paso en el plan de San Martín era la conquista del Perú. Era preciso el dominio de Océano Pacífico, que, por el momento, lo ejercía la flota española. Se creó una escuadra argentino/chilena concediendo el mando al almirante ingles Tomás Cochrane. Esta fuerza naval libró varios combates derrotando a la flota española del Pacífico y despejando el camino para la expedición a Lima. El 20 de agosto de 1820 partían las naves de la expedición al Perú desde Valparaíso, al mando de Cochrane, mientras las fuerzas terrestres estaban al mando de San Martín, que también era el general en jefe de toda la fuerza, tanto naval como terrestre. Luego de algunas escaramuzas los realistas decidieron abandonar Lima sin librar batalla. El 5 de julo de 1821 se retiraron de la ciudad dejando el terreno abierto para San Martín, quien se instaló con su ejército en Lima, declaró la Independencia del Perú el 28 de julio de 1821 y asumió la jefatura del gobierno con el título de Protector del Perú.

Campañas de Bolívar

Mientras tanto, Bolívar, luego de algunas derrotas militares que lo alejaron del Continente, a partir del año 1818 volcó la situación definitivamente a favor de los patriotas y desde entonces prácticamente su avance se hizo imparable. Bolívar venció a los realistas en la Batalla de Boyacá, el 7 de agosto de 1819 y durante los próximos dos años, la oposición fue completamente eliminada. El 24 de junio de 1821 en la Batalla de Carabobo obtuvo una victoria decisiva sobre el ejército español.

Situación de Guayaquil

Mientras esto acontecía, en octubre de 1820, el Puerto de Guayaquil proclamó su independencia de España. José Joaquín de Olmedo, designado jefe político de la provincia convocó a un cabildo abierto el cual se reunió el 9 de octubre. En él se decidió nombrar y ratificar autoridades, siempre y cuando juraran lealtad al nuevo régimen independiente.
Al poco tiempo, el general colombiano, Antonio José de Sucre, entró con sus tropas en Guayaquil y firmó otro acuerdo entre la Junta de Guayaquil y el Gobierno de Colombia. Pero las fuerzas de Sucre fueron derrotadas por el general español, Aymerich, por lo que la junta guayaquileña, con fecha 17 de septiembre de 1821, se dirigió a San Martín, solicitándole auxilio militar. San Martín envió la división del norte, al mando de Andrés de Santa Cruz que estaba compuesta por tropas del Río de la Plata, chilenas, peruanas, y los Granaderos a Caballo, la elite del ejército de San Martín. Se reunieron ambas fuerzas y Sucre avanzó con su ejército hasta las lomas de Pichincha, donde el día 24 triunfó el ejército libertador. El 29 de mayo de 1822 Quito quedaba incorporado a la República de Colombia.
Las intenciones de San Martín y de Bolívar con respecto de la provincia de Guayaquil eran distintas: mientras San Martín proponía para determinar el futuro de Guayaquil una consulta con el voto de la provincia, Bolívar entendía que Guayaquil era parte de Colombia y que ella por sí no podía determinar acerca de su independencia o de su anexión al Perú. Estaba decidido a incorporar la provincia a Colombia. Llegó a Guayaquil el 11 de julio y aquel mismo día se presentó ante el Cabildo, donde se discutió la incorporación de Guayaquil a Colombia, produciéndose la anexión el 13 de julio de 1822.

La Entrevista

Sin estar al corriente de estos hechos, el 14 de julio, el Protector zarpó del Callao a bordo de la goleta "Macedonia", rumbo a Guayaquil. El día 25 fondeaba en la isla de Puná situada en la entrada de la ciudad. Allí encontró que Bolívar había resuelto en forma definitiva y unilateral el problema en torno a esa provincia y que los miembros de la junta y algunos simpatizantes de su anexión al Perú se habían refugiado en los barcos de la escuadra peruana surtos en dicho puerto.
Al mediodía del 26 de julio de 1822, descendió San Martín con su comitiva y una pequeña escolta. Desde el muelle hasta la casa escogida para el encuentro de los dos libertadores había formado un batallón de infantería que hizo los honores que, por su alta graduación y rango, se le debían. Al llegar a la residencia, Bolívar lo esperaba al pie de la escalera. Comenzaron enseguida las felicitaciones de las corporaciones, de las diversas personalidades y de las damas guayaquileñas. Concluido el ceremonial del recibimiento, ambos libertadores tuvieron su primera entrevista en tierra, la cual fue a puertas cerradas y sin testigos, prolongándose por espacio de hora y media. La tarde del mismo 26, el Protector visitó a Bolívar  en su casa, teniendo ambos  caudillos una nueva entrevista confidencial, aunque esta vez  más corta, pues duró aproximadamente una media hora. Al término de ella, el Protector se retiró a su alojamiento, donde en aquella noche del 26 recibió el saludo de numerosísimas personas.
El día 27 sería el último de permanencia en Guayaquil de San Martín. Antes de ir a visitar nuevamente al Libertador, dejó arreglado todo el equipaje, porque tenía la intención de partir inmediatamente después de su asistencia a la fiesta, que en su honor, se daría esa noche en el Cabildo. Al mediodía el Protector abandonó su alojamiento y se trasladó a casa del Libertador, donde sostuvo con éste una tercera entrevista que se prolongó de la una a las cinco de la tarde. Luego, ambos se trasladaron a un gran salón donde se llevó a cabo un banquete. Más tarde, San Martín asistió al baile ofrecido en su honor. A la una de la mañana, del ya 28 de julio, el Protector comunicó al Libertador su retiro, el cual se llevó a cabo en forma sigilosa, sin que nadie se diese cuenta, a través de una puerta excusada. Después de más de 20 días de travesía, San Martín llegó a Lima el 19 de agosto, siendo aclamado vivamente por el pueblo.

Conclusiones

Hasta ahora hemos narrado el aspecto externo del encuentro entre San Martín y Bolívar. Como las reuniones se realizaron sin la presencia de testigos, lo tratado en ellas lo podemos saber por referencias directas¾escritas por los mismos actores¾ o indirectas, que corresponden a diversos testimonios de los allegados a ambos. Todo el desarrollo de estas referencias y mis conclusiones puede verse en el texto completo.
San Martín fue a Guayaquil a solicitar la unión de los dos ejércitos para terminar la guerra de la independencia de América del Sur. En los días previos al encuentro también había solicitado refuerzos a Chile y las provincias del norte de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Además le propuso a Bolívar la Jefatura Suprema del que tendría que ser el ejército unido libertador y le ofreció servir a sus órdenes, pero en vista que Bolívar no aceptó, San Martín decidió dejarle campo libre para que Bolívar concluyera dicha gesta libertadora. Guardó el secreto de lo tratado en la entrevista pues la guerra de la Independencia no estaba concluida y los realistas tenían un importante ejército en el Alto Perú.
 Los primeros informes de Bolívar omiten el pedido de refuerzos para terminar la guerra que había hecho San Martín, pero sus allegados señalan que San Martín expresó la necesidad de la ayuda del ejército colombiano para terminar la guerra. Lo que está claro es que Bolívar no pudo o no quiso aunar ambos ejércitos y dirigir la guerra contra los españoles en el Perú bajo una sola jefatura.
Como conclusión, puedo decir que el tema militar fue el punto central de la entrevista y que al producirse el desencuentro se produjo también el desencanto. Ambos personajes no quedaron satisfechos con la entrevista y es por ello que en sus testimonios se trasluce ese desconcierto y esa desilusión. 


 CON DÍAS Y OLLAS VENCEREMOS

A principios de junio de 1821, y cuando acababan de iniciarse las famosas negociaciones o armisticio de Punchauca entre el virrey La Serna y el general San Martín, recibió el ejército patriota, acantonado en Huaura, el siguiente santo, seña y contraseña: Con días -y ollas- venceremos
Para todos, exceptuando Monteagudo, Luzuriaga, Guido y García del Río, el santo y seña era una charada estúpida, una frase disparatada; y los que juzgaban a San Martín más cristiana y caritativamente se alzaban de hombros murmurando: «¡Extravagancias del general!».
Sin embargo, el santo y seña tenía malicia o entripado, y es la síntesis de un gran suceso histórico. Y de eso es de lo que me propongo hoy hablar, apoyando mi relato, más que en la tradición oral que he oído contar al amanuense de San Martín y a otros soldados de la patria vieja, en la autoridad de mi amigo el escritor bonaerense D. Mariano Pelliza, que a vuela pluma se ocupa del santo y seña en uno de sus interesantes libros.
I
San Martín, por juiciosas razones que la historia consigna y aplaude, no quería deber la ocupación de Lima al éxito de una batalla, sino a los manejos y ardides de la política. Sus impacientes tropas, ganosas de habérselas cuanto antes con los engreídos realistas, rabiaban mirando la aparente pachorra del general; pero el héroe argentino tenía en mira, como acabamos de apuntarlo, pisar Lima sin consumo de pólvora y sin lo que para él importaba más, exponer la vida de sus soldados; pues en verdad no andaba sobrado de ellos.
En correspondencia secreta y constante con los patriotas de la capital, confiaba en el entusiasmo y actividad de éstos para conspirar, empeño que había producido ya, entre otros hechos de importancia para la causa libertadora, la defección del batallón Numancia.
Pero con frecuencia los espías y las partidas de exploración o avanzadas lograban interceptar las comunicaciones entre San Martín y sus amigos, frustrando no pocas veces el desarrollo de un plan. Esta contrariedad, reagravada con el fusilamiento que hacían los españoles de aquellos a quienes sorprendían con cartas en clave, traía inquieto y pensativo al emprendedor caudillo. Era necesario encontrar a todo trance un medio seguro y expedito de comunicación.
Preocupado con este pensamiento, paseaba una tarde el general, acompañado de Guido y un ayudante, por la larga y única calle de Huaura, cuando, a inmediaciones del puente, fijo su distraída mirada en un caserón viejo que en el patio tenia un horno para fundición de ladrillos y obras de alfarería. En aquel tiempo, en que no llegaba por acá la porcelana hechiza, era este lucrativo oficio; pues así la vajilla de uso diario como los utensilios de cocina eran de barro cocido y calcinado en el país, salvos tal cual jarrón de Guadalajara y las escudillas de plata, que ciertamente figuraban sólo en la mesa de gente acomodada.
San Martín tuvo una de esas repentinas y misteriosas inspiraciones que acuden únicamente al cerebro de los hombres de genio, y exclamo para sí: «¡Eureka! Ya está resuelta la X del problema».
El dueño de la casa era un indio entrado en años, de espíritu despierto y gran partidario de los insurgentes. Entendiose con el San Martín, y el alfarero se comprometió a fabricar una olla con doble fondo, tan diestramente preparada que el ojo más experto no pudiera descubrir la trampa.
El indio hacía semanalmente un viajecito a Lima, conduciendo dos mulas cargadas de platos y ollas de barro, que aún no se conocían por nuestra tierra las de peltre o cobre estañado. Entre estas últimas y sin diferenciarse ostensiblemente de las que componían el resto de la carga, iba la olla revolucionaria, llevando en su doble fondo importantísimas cartas en cifra.
El conductor se dejaba registrar por cuanta partida de campo encontraba, respondía con naturalidad a los interrogatorios, se quitaba el sombrero cuando el oficial del piquete pronunciaba el nombre de Fernando VII, nuestro amo y señor, y lo dejaban seguir su viaje, no sin hacerle gritar antes «¡Viva el rey! ¡Muera la patria!». ¿Quien demonios iba a imaginarse que ese pobre indio viejo andaba tan seriamente metido en belenes de política?
Nuestro alfarero era, como cierto soldado, gran repentista o improvisador de coplas que, tomado prisionero por un coronel español, éste como por burla o para hacerlo renegar de su bandera le dijo:
-Mira, palangana, te regalo un peso si haces una cuarteta con el pie forzado que voy a darte:
Viva el séptimo Fernando
Con su noble y leal nación.
-No tengo el menor conveniente, señor coronel -contesto el prisionero-. Escuche usted:
Viva el séptimo Fernando
Con su noble y leal nación
De que en mí no tenga mando…
Y venga mi patacón.
II
Vivía el Sr. D. Francisco Javier de Luna Pizarro, sacerdote que ejerció desde entonces gran influencia en el país, en la casa fronteriza a la iglesia de la Concepción, y el fue el patriota designado por San Martín para entenderse con el ollero. Pasaba éste a las ocho de la mañana por la calle de la Concepción pregonando con toda la fuerza de sus pulmones: ¡Ollas y platos! ¡Baratos! ¡Baratos!, que, hasta hace pocos años, los vendedores de Lima podían dar tema para un libro por la especialidad de sus pregones. Algo más. Casas había en que para saber la hora no se consultaba reloj, sino el pregón de los vendedores ambulantes.
Lima ha ganado en civilización; pero se ha despoetizado, y día por día pierde todo lo que de original y típico hubo en sus costumbres.
Yo he alcanzado esos tiempos en los que parece que, en Lima, la ocupación de los vecinos hubiera sido tener en continuo ejercicio los molinos de masticación llamados dientes y muelas. Juzgue el lector por el siguiente cuadrito de cómo distribuían las horas en mi barrio, allá cuando yo andaba haciendo novillos por huertas y murallas y muy distante de escribir tradiciones ydragonear de poeta, que es otra forma de matar el tiempo o hacer novillos.
La lechera indicaba las seis de la mañana.
La tisanera y la chichera de Terranova daban su pregón a las siete en punto.
El bizcochero y la vendedora de leche-vinagre, que gritaba ¡a la cuajadita!, designaban las ocho, ni minuto mas ni minuto menos.
La vendedora de zanguito de naju y choncholíes marcaba las nueve, hora de canónigos.
La tamalera era anuncio de las diez.

A las once pasaban la melonera y la mulata de convento vendiendo ranfañote, cocada, bocado de rey, chancaquitas de cancha y de maní, y fréjoles colados.
A las doce aparecían el frutero de canasta llena y proveedor de empanaditas de picadillo.
La una era indefectiblemente señalada por el vendedor de ante con ante, la arrocera y elalfajorero.
A las dos de la tarde la picaronera, el humitero y el de la rica causa de Trujillo atronaban con sus pregones.
A las tres el melcochero, la turronera y el anticuchero o vendedor de bisteque en palitoclamoreaban con más puntualidad que la Mariangola de la Catedral.
A las cuatro gritaban la picantera y el de la pinita de nuez.
A las cinco chillaban el jazminero, el de las caramanducas y el vendedor de flores de trapo, que gritaba: ¡Jardín, jardín! ¿Muchacha, no hueles?
A las seis canturreaban el raicero y el galletero.
A las siete de la noche pregonaban el caramelero, la mazamorrera y la champucera.
A las ocho el heladero y el barquillero.
Aun a las nueve de la noche, junto con el toque de cubrefuego, el animero o sacristán de la parroquia salía con capa colorada y farolito en mano pidiendo para las ánimas benditas del purgatorio o para la cera de Nuestro Amo. Este prójimo era el terror de los niños rebeldes para acostarse.
Después de esa hora, era el sereno del barrio quien reemplazaba a los relojes ambulantes, cantando, entre piteo y piteo: « ¡Ave María Purísima! ¡Las diez han dado! ¡Viva el Perú, y sereno!». Que eso sí, para los serenos de Lima, por mucho que el tiempo estuviese nublado o lluvioso, la consigna era declararlo ¡sereno! Y de sesenta en sesenta minutos se repetía el canticio hasta el amanecer.
Y hago caso omiso de innumerables pregones que se daban a una hora fija.
¡Ah, tiempos dichosos! Podía en ellos ostentarse por pura chamberinada un cronómetro; pero para saber con fijeza la hora en que uno vivía, ningún reloj más puntual que el pregón de los vendedores. Ese sí que no discrepaba pelo de segundo ni había para qué limpiarlo o enviarlo a la enfermería cada seis meses. ¡Y luego la baratura! Vamos; si cuando empiezo a hablar de antiguallas se me va el santo al cielo y corre la pluma sobre el papel como caballo desbocado. Punto a la digresión, y sigamos con nuestro insurgente ollero.
Apenas terminaba su pregón en cada esquina, cuando salían a la puerta todos los vecinos que tenían necesidad de utensilios de cocina.
III
Pedro Manzanares, mayordomo del señor Luna Pizarro, era un negrito retinto, con toda la lisura criolla de los budingas y mataperros de Lima, gran decidor de desvergüenzas, cantador, guitarrista y navajero, pero muy leal a su amo y muy mimado por éste. Jamás dejaba de acudir al pregón y pagar un real por una olla de barro; pero al día siguiente volvía a presentarse en la puerta, utensilio en mano, gritando: «Oiga usted, so cholo ladronazo, con sus ollas que se chirrean toditas… Ya puede usted cambiarme ésta que le compré ayer, antes de que se la rompa en la tutuma para enseñarlo a no engañar al marchante. ¡Pedazo de pillo!».
El alfarero sonreíaY tanto se repitió la escena de compra y cambio de ollas y el agasajo de palabrotas, soportadas siempre con paciencia por el indio, que el barbero de la esquina, andaluz entrometido, llego a decir una mañana:
-¡Córcholis! ¡Vaya con el cleriguito para cominero! Ni yo, que soy un pobre de hacha, hago tanta alharaca por un miserable real. ¡Recórcholis! Oye, macuito. Las ollas de barro y las mujeres que también son de barro, se toman sin lugar a devolución, y el que se lleva chasco ¡contra córcholis! se mama el dedo menique, y ni chista ni mista y se aguanta el clavo, sin molestar con gritos y lamentaciones al vecindario.
-Y a usted, so godo de cuernos, cascabel sonajero, ¿quién le dio vela en este entierro? -contestó con su habitual insolencia el negrito Manzanares-. Vaya usted a desollar barbas y cascar liendres, y no se meta en lo que no le va ni le viene, so adefesio en misa de una, so chapetón embreado y de ciento en carga…
Al oírse apostrofar así, se le avinagró al andaluz la mostaza, y exclamó ceceando:
-¡María Santísima! Hoy me pierdo… ¡Aguárdate, gallinazo de muladar!
Y echando mano al puñalito o limpiadientes, se fue sobre Perico Manzanares, que sin esperar la embestida se refugió en las habitaciones de su amo. ¡Quien sabe si la camorra entre el barbero y el mayordomo habría servido para despertar sospechas sobre las ollas; que de pequeñas causas han surgido grandes efectos! Pero, afortunadamente, ella coincidió con el último viaje que hizo el alfarero trayendo olla contrabandista: pues el escándalo pasó el 5 de julio, y al amanecer del siguiente día abandonaba el virrey La Serna la ciudad, de la cual tomaron posesión los patriotas en la noche del 9.
Cuando el indio, a principios de junio, llevo a San Martín la primera olla devuelta por el mayordomo del Sr. Luna Pizarro, hallábase el general en su gabinete dictando la orden del día. Suspendió la ocupación, y después de leer las cartas que venían en el doble fondo, se volvió a sus ministros García del Río y Monteagudo y les dijo sonriendo:
-Como lo pide el suplicante.
Luego se aproximó al amanuense y añadió:
-Escribe, Manolito, santo, seña y contraseña para hoy: Con días -y ollas- venceremos.
La victoria codiciada por San Martín era apoderarse de Lima sin quemar pólvora; y merced a las ollas que llevaban en el vientre ideas más formidables siempre que los cánones modernos, el éxito fue tan espléndido, que el 28 de julio se juraba en Lima la Independencia y se declaraba la autonomía del Perú. Junín y Ayacucho fueron el corolario.
 como quien desprecia injurias, y cambiaba la olla.Y tanto se repitió la escena de compra y cambio de ollas y el agasajo de palabrotas, soportadas siempre con paciencia por el indio, que el barbero de la esquina, andaluz entrometido, llego a decir una mañana:
-¡Córcholis! ¡Vaya con el cleriguito para cominero! Ni yo, que soy un pobre de hacha, hago tanta alharaca por un miserable real. ¡Recórcholis! Oye, macuito. Las ollas de barro y las mujeres que también son de barro, se toman sin lugar a devolución, y el que se lleva chasco ¡contra córcholis! se mama el dedo menique, y ni chista ni mista y se aguanta el clavo, sin molestar con gritos y lamentaciones al vecindario.
-Y a usted, so godo de cuernos, cascabel sonajero, ¿quién le dio vela en este entierro? -contestó con su habitual insolencia el negrito Manzanares-. Vaya usted a desollar barbas y cascar liendres, y no se meta en lo que no le va ni le viene, so adefesio en misa de una, so chapetón embreado y de ciento en carga…
Al oírse apostrofar así, se le avinagró al andaluz la mostaza, y exclamó ceceando:
-¡María Santísima! Hoy me pierdo… ¡Aguárdate, gallinazo de muladar!
Y echando mano al puñalito o limpiadientes, se fue sobre Perico Manzanares, que sin esperar la embestida se refugió en las habitaciones de su amo. ¡Quien sabe si la camorra entre el barbero y el mayordomo habría servido para despertar sospechas sobre las ollas; que de pequeñas causas han surgido grandes efectos! Pero, afortunadamente, ella coincidió con el último viaje que hizo el alfarero trayendo olla contrabandista: pues el escándalo pasó el 5 de julio, y al amanecer del siguiente día abandonaba el virrey La Serna la ciudad, de la cual tomaron posesión los patriotas en la noche del 9.
Cuando el indio, a principios de junio, llevo a San Martín la primera olla devuelta por el mayordomo del Sr. Luna Pizarro, hallábase el general en su gabinete dictando la orden del día. Suspendió la ocupación, y después de leer las cartas que venían en el doble fondo, se volvió a sus ministros García del Río y Monteagudo y les dijo sonriendo:
-Como lo pide el suplicante.
Luego se aproximó al amanuense y añadió:
-Escribe, Manolito, santo, seña y contraseña para hoy: Con días -y ollas- venceremos.
La victoria codiciada por San Martín era apoderarse de Lima sin quemar pólvora; y merced a las ollas que llevaban en el vientre ideas más formidables siempre que los cánones modernos, el éxito fue tan espléndido, que el 28 de julio se juraba en Lima la Independencia y se declaraba la autonomía del Perú. Junín y Ayacucho fueron el corolario.





          EL PADRE PATA    (Tradiciones Peruanas)                                                      

Cuando el general San Martín desembarcó en Pisco con el ejército libertador no faltaron ministros del Señor que como el obispo Rangel,
predicasen atrocidades contra la causa libertadora y sus caudillos.
Desempeñando interinamente el curato de Chancay estaba el franciscano fray Matías Zapata que era un español de primera agua, el cual después de la misa dominical, se dirigía a los feligreses exhortándolos con calor para que se mantuviesen fieles a la causa del rey, nuestro amo y señor.
Refiriéndose al generalísimo, lo menos malo que contra él predicaba era lo siguiente:
“Carísimos hermanos: Deben saber que el nombre de ese pícaro insurgente de San Martín es por sí solo una blasfemia, y que está en pecado mortal todo el que lo pronuncie. ¿Qué tiene de santo ese hombre malvado? ¿Llamarse San Martín ese sinvergüenza, con agravio del caritativo santo San Martín de Tours, que dividió su capa entre los pobres? Que se conforme con llamarse sencillamente Martín  y le estará bien por lo que tiene de semejante con el pérfido hereje Martín Lutero, y porque como éste, tiene que arder en los profundos infiernos. Deben saber, hermanos y oyentes míos, que declaro excomulgado a todo el que gritare ¡viva San Martín!, que es los mismo que burlarse impíamente de la santidad que Dios da a los buenos”.
No pasaron muchos domingos que el generalísimo trasladara su ejército al norte y sin que las fuerzas patriotas ocuparan Huacho y Chancay. Entre los prisioneros españoles se encontraba fray Matías Zapata que fue conducido ante el excomulgado caudillo.
-      - Con que, señor mío –le dijo San Martín- ¿es cierto que me ha comparado con Lutero y que le ha quitado una sílaba a mi apellido?
  Al infeliz le entró temblor de nervios y apenas si pudo susurrar la excusa de que había cumplido órdenes de sus superiores. Añadió que estaba dispuesto a predicar devolviéndole a su señoría la sílaba quitada.
-   - No me devuelva usted nada –dijo el general- pero sepa que yo, en castigo de su insolencia, le quito también la primera sílaba de su apellido y entienda que lo fusilo sin misericordia el día que se ocurra firmar Zapata. Desde hoy no es usted más que el padre Pata, y téngalo muy presente, padre Pata.Y hasta 1823, no hubo en Chancay documento parroquial que no llevase por firma "Fray Matías  Pata". Vino Bolívar y le devolvió el uso de la sílaba eliminada. 


viernes, 7 de junio de 2013

INDEPENDENCIA DEL PERÚ (SUCEDIÓ EN EL PERÚ)



INDEPENDENCIA DEL PERÚ

ANÉCDOTAS

SAN MARTÍN EL ABUELO
Merceditas entró llorando en la habitación donde se encontraba el abuelo, lamentándose de que le habían roto su muñeca preferida y de que ésta tenía frío. San Martín se levantó, sacó del cajón de un mueble una medalla de la pendía una cinta amarilla y, dándosela a la nieta, le dijo: − Toma, ponle esto a tu muñeca para que se le quite el frío. La niña dejó de llorar y salió de la habitación. Un rato después entró la hija del prócer, madre de Merceditas, y dijo a San Martín: − Padre, ¿no se ha fijado usted en lo que le dio a la niña? Es la condecoración que el gobierno de España dio a usted cuando vencieron a los franceses en Bailén. San Martín sonrió con aire bonachón y replicó. − ¿Y qué? ¿Cuál es el valor de todas las cintas y condecoraciones si no alcanzan a detener las lágrimas de un niño?         

UNA VALIENTE MADRE MENDOCINA
Cercano a la ciudad de Mendoza está el campo “El Plumerillo”. Allí, el general San Martín, adiestra los batallones que días después atravesarán la mole andina, en pos de la libertad de Chile. Para la revista final de las tropas, San Martín se ha trasladado a la capital mendocina, vestida de fiesta para recibir al Gran Capitán. Un mendocino:- ¡Qué hermoso es todo esto! ¡Cómo lucen los uniformes de los granaderos! Una mendocina: - ¡Y qué bella se ve la bandera, ofrecida al general San Martín por las damas patricias. ! Un anciano: - ¡Con esta bandera al frente, nuestro ejército no perderá una sola batalla! Relator: - En este momento sale una mujer desde la multitud y se dirige hacia la tropa. En las filas del ejército libertador tiene a su esposo y a tres hijos. La dama mendocina (avanza hacia ellos y los besa).- ¡Qué Dios y la Virgen os protejan! Este escapulario que prendo en cada pecho será un escudo protector. ¡Nada de llanto! ¡Los valientes no lloran; solo saben luchar por su patria! ¡Ya veis: en mis ojos no hay una sola lágrima ! ¡Qué orgullosa estoy por haber dado a la Patria estos cuatro varones! El general San Martín (se acerca a la esposa y madre ejemplar y conmovido, le estrecha fuertemente la mano).- ¡Gracias, noble mujer! ¡Vuestro sacrificio no será en vano! ¿Ahora sé de donde sacan mis soldados tanta firmeza ! ¡Con madres como usted la Patria está salvada!           
PREMIO POR OBEDIENCIA
También es conocida su anécdota con el centinela de guardia que tenía orden de no dejar pasar al laboratorio del regimiento con botas herradas y espuelas. Para probarlo, él mismo San Martín fue dos veces con ese calzado y fue detenido por el cabo. Tras ello, se presentó con alpargatas y le dio una onza de oro al soldado, quien había puesto a una institución la ley del lugar por encima de cualquier persona.

EL CORREO INDIO DE SAN MARTÍN
Esperando el momento propicio para entrar en Lima, capital del Perú, San Martín estableció su campamento en Huaral. En Lima contaba con numerosos partidarios de la Independencia; pero no podía comunicarse con ellos porque las tropas del general José de la Serna, jefe realista, detenían a los mensajeros. Una mañana, el general San Martín encontró a un indio alfarero. Se quedó mirándolo un largo rato. Luego lo llamó aparte y le dijo; -¿Quieres ser libre y que tus hermanos también lo sean? -Sí, usía... ¡cómo no he de quererlo! - respondió, sumiso, el indio. -¿Te animas a fabricar doce ollas, en las cuales pueden esconderse doce mensajes? -Sí, mi general, ¡cómo no he de animarme! Poco tiempo después Díaz, el indio alfarero, partía para Lima con sus doce ollas mensajeras disimuladas entre el resto de la mercancía. Llevaba el encargo de San Martín de vendérselas al sacerdote Luna Pizarro, decidido patriota. La contraseña que había combinado hacía tiempo era: “un cortado de cuatro reales” Grande fue la sorpresa del sacerdote, que ignoraba cómo llegarían los mensajes, al ver cómo el indio quería venderle las doce ollas en las que él no tenía ningún interés. Díaz tiró una de ellas al suelo, disimuladamente, y el sacerdote pudo ver un diminuto papel escondido en el barro. -¿Cuánto quieres por todas? Preguntó al indio. .Un cortado de cuatro reales - respondió Díaz, usando la contraseña convenida. Poco después, el ejército libertador, usaba esta nueva frase de reconocimiento. -Con días y ollas... ¡venceremos!    
        
¡QUIERO HABLAR CON EL SEÑOR SAN MARTÍN!

El capitán Toribio Reyes, pagador de los sueldos del regimiento, llega a la casa de San Martín, para contarle que se ha gastado el dinero que tenía para pagar a los soldados. Le explica que acude al Señor San Martín, porque no quiere que se entere el general San Martín, de una acción tan vil que ha cometido y para expresarle su arrepentimiento. El libertador le pregunta si el general lo sabe y Toribio le responde que no, entonces le dice: - ¿Cuánto dinero necesita? − 20 onzas, que pienso devolver en cuanto me sea posible - responde. San Martín le da el dinero y le recomienda, que no se entere el General San Martín porque sería capaz de pasarlo por las armas.

ESTRIBOS DE PLATA.
El granadero Juan Antonio Melián era un gran jinete, acostumbraba cruzar los estribos y montar de un salto a lo gaucho, enterado San Martín de la criolla costumbre le dice al bravo soldado ¿Así cumple los reglamentos de su arma un oficial argentino?. Como castigo le impuso unos días de arresto que Melián cumplió religiosamente. Días antes de culminar su encierro el propio San Martín se presentó a la celda donde estaba el detenido y antes de levantar la sanción con gran sabiduría le dijo: “por su bravura y como recuerdo, le regalo a usted estos estribos de plata que yo mismo usé en Bailén. Sírvase de ellos y verá que para cercenar cabezas godas, nada es mejor ni más conveniente que afirmarse bien sobre estribos”.



EL PROCESO DE LA INDEPENDENCIA DEL PERÚ


Las corrientes libertarias del siglo XVIII, que llevaron a la independencia de los Estados Unidos y precedieron la caída de la monarquía francesa, repercutieron en los países de América Latina con protestas, revueltas y rebeliones. Fernando VII, rey de España, había logrado frenar todo intento de emancipación en las colonias. Es así, que a comienzos de 1816, solo quedaban como únicos focos de agitación libertaria: las Provincias Unidas del Río de la Plata (Argentina), y la Región de los Llanos Orientales del Orinoco (Venezuela). Fue de estos dos históricos lugares de donde partieron las dos Corrientes Libertadoras que convergieron hacia el Perú: la del Sur, al mando de Don José de San Martín(1820), y la del Norte, comandada por Don Simón Bolívar. Buena parte de los peruanos combatieron en el batallón "Legión Peruana", en el que destacaron el General La Mar, los oficiales Ramón Castilla, Miguel San Román y Narciso Tudela, todos ellos distinguidos por acción heroica en el campo de batalla. 
SAN MARTÍN EN EL PERÚ
El Ejército Libertador del Perú zarpó del Puerto de Valparaíso, el 20 de agosto de 1820. La expedición constaba de 4118 hombres de las diferentes armas: caballería, infantería y artillería. Después de 18 días de navegación, el memorable 8 de setiembre de 1820, se inició el desembarco de la Expedición Libertadora en la bahía de Paracas (departamento de Ica). Seguidamente, los patriotas ocuparon Pisco, Chincha y demás haciendas inmediatas. San Martin estableció entonces su Cuartel General en Pisco.

                            ACTA DE LA INDEPENDENCIA DEL PERU
San Martín ocupa Lima y reúne a Cabildo Abierto el 15 de julio de 1821.
Don Manuel Pérez de Tudela, más tarde Ministro de Relaciones Exteriores, redacta el Acta de la Independencia, que fue suscrita por las personas notables de la ciudad: “En la ciudad de Los Reyes, el quince de Julio de mil ochocientos veintiuno. Reunidos en este Excmo. Ayuntamiento los señores que lo componen, con el Excmo. e Ilmo. Señor Arzobispo de esta santa Iglesia Metropolitana, prelados de los conventos religiosos, títulos de Castilla y varios vecinos de esta Capital, con el objeto de dar cumplimiento a lo prevenido en el oficio del Excmo. Señor General en jefe del ejército Libertador del Perú, Don José de San Martín, el día de ayer, cuyo tenor se ha leído, he impuesto de su contenido reducido a que las personas de conocida probidad, luces y patriotismo que habita en esta Capital, expresen si la opinión general se halla decidida por la Independencia, cuyo voto le sirviese de norte al expresado Sr. General para proceder a la jura de ella. Todos los Srs. concurrentes, por sí y satisfechos, de la opinión de los habitantes de la Capital, dijeron: Que la voluntad general está decidida por la Independencia del Perú de la dominación Española y de cualquiera otra extrajera y que para que se proceda a la sanción por medio del correspondiente juramento, se conteste con copia certificada de esta acta al mismo Excmo. y firmaron los Srs.: El Conde de San Isidro- Bartolomé, Arzobispo de Lima, Francisco Javier de Zárate- El Conde de la Vega de Ren- El Conde de las Lagunas-Toribio Rodriguez-Javier de Luna Pizarro-José de la Riva Aguero-El marquez de Villa fuerte ..".

PROCLAMACIóN DE LA INDEPENDENCIA DEL Perú

El 28 de Julio de 1821 se reúne el Cabildo Abierto en Lima, declarando junto con el pueblo la Independencia del Perú de la dominación española y de cualquier otra dominación extranjera. Don José de San Martín proclama y jura la Independencia del Perú en la Plaza Mayor de Lima con las siguientes palabras:

EL PERÚ DESDE ESTE MOMENTO ES LIBRE E INDEPENDIENTE POR LA VOLUNTAD GENERAL DE LOS PUEBLOS Y POR LA JUSTICIA DE SU CAUSA QUE DIOS DEFIENDE ¡VIVA LA PATRIA! ¡VIVA LA LIBERTAD! ¡VIVA LA INDEPENDENCIA!"
Según el historiador Jorge Basadre, estas palabras simbolizaban un cambio histórico, había surgido el principio de "la voluntad de los pueblos". Las Ceremonias del 28 de Julio de 1821 por un testigo"...El 28 del mes anterior se juró en esta capital la Independencia del Perú. No he visto en América un concurso ni más lúcido ni más numeroso. Las aclamaciones eran un eco continuado de todo el pueblo... Yo fui uno de los que pasearon ese día el estandarte del Perú independiente... Jamás podría premio alguno ser más lisonjero para mí, que ver enarbolado el estandarte de la libertad en el centro de la ciudad más importante de esta parte de América, cumpliendo el objeto de nuestros trabajos en la campaña ... ). En esa misma noche se dio refresco y baile en el cabildo. Ninguna tropa logró contener la aglomeración de gente y no pudo lucir el ambiguo que se preparó para los convidados (... ). En la noche siguiente se dio en el palacio del general un baile, al que asistieron todas las señoras, esto requeriría una descripción particular para lo que no tengo tiempo. La compostura con que se presentaron aquellas era elegante... Yo bailé mi contradanza de etiqueta con una señora y me separé con mis amigos a analizar los efectos de la política del gobierno antiguo". (Carta de Tomás Guido - amigo de San Martín - del 6 de agosto de 1821, a su esposa Pilar Spano).



PENSAMIENTO POLÍTICO DE DON JOSÉ DE SAN MARTÍN Y SIMÓN BOLÍVAR


Según las consideraciones de Manfred Kossok, el periodo de la independencia pasó por dos momentos bastante bien definidos. Por un lado, la etapa temprana donde se formaron las Juntas de Gobierno en Hispanoamérica y se promovieron proyectos regionales. La etapa tardía, por otro lado, en la que se basaron las autonomías regionales en busca de un proyecto de carácter continental. Aquí es donde encajan las campañas de San Martín y Bolívar. Por lo tanto para consolidar la independencia era necesario pasar por un proceso de maduración.
El tiempo de San Martín y Bolívar aportó la organización militar de la que carecía nuestra generación precursora, la conducción de lo bélico y lo político en manos que tenían profunda experiencia, carisma, certidumbre y, por último, la verdad cierta y objetiva de la unidad de la emancipación del mundo hispanoamericano.
En tanto que Bolívar luchaba para libertar la franja norte de los países sudamericanos, San Martín luchaba de la misma manera en el sur. En efecto, las fuerzas de estos dos grandes generales eran las garras de unas gigantes tenazas, los dos apuntaban, hacia el último fuerte del poderío español, Perú. Como Bolívar, San Martín era un genio militar, pero de una especie totalmente distinta. Donde Bolívar era táctico brillante, San Martín era un estratega magnífico y proyectaba cuidadosamente.
El pensamiento político de San Martín se basa en la instauración de una Monarquía Constitucional similar a la de la corona inglesa, ya que esta era la fórmula adecuada para evitar la entronización de la anarquía en la América española; asimismo considera que el instaurar monarquías autónomas en los antiguos reinos indiano-hispánicos sería un antídoto contra su posible disgregación causada por el incremento de los sentimientos localista. Así es que todos sus esfuerzos se encaminaron a prepararle el terreno. Conservó la nobleza, nacionalizándola, tanto para que sirviera de ornato al trono, como para no chocar con la fuerza social que representaba. Los títulos de Castilla pasaron a denominarse títulos del Perú. A su lado constituyó la Orden del Sol, para crear una aristocracia del talento, del valor y las virtudes cívicas. Además, el legado político de San Martín implica, para todos aquellos movilizados por los valores de la libertad, del respeto a la voluntad popular, la democracia y el respeto a los preceptos constitucionales, rescatar el espíritu eminentemente libre desde donde se asienta la grandeza de sus convicciones de independencia. Por otro lado el pensamiento y el proyecto político de Simón Bolívar no pueden comprenderse sino en sintonía con las doctrinas que dieron nacimiento a los EE.UU. de Norteamérica y a la Revolución Francesa. Siempre creía en la democracia, su meta final fue esa, las continuas luchas para la creación de sociedades democráticas en la antigua América española. Simón Bolívar predica con ejemplo la subordinación de la institución armada, majestad suprema del poder civil de entonces, sin embargo a pesar del mandato civil, siempre obedeció a la visión enana de ambiciones envilecidas, por ello nunca perdió dignidad. Tenía la fuerza, el prestigio, la autoridad moral y la suficiente razón para hacerlo, sin embargo nunca lo hizo. Tomó siempre el camino de la obediencia institucional y lo demuestra cuando entrega el mando a Sucre. En conclusión podemos esbozar que este pensamiento tiene una gran divergencia al pensamiento de San Martín ya que tiene ideas de integración tanto en el plano económico, social y político; en el ámbito político, buscaba la integración y defensa continental de Hispanoamérica frente a la Santa Alianza, EE.UU. y Brasil, además buscaba un gobierno fuerte para mantener la estabilidad política de esta región y es por ello que opta por el sistema de gobierno republicano. La República es un sistema de gobierno en que el poder reside en el pueblo, personificado por un jefe supremo llamado presidente. Como es de conocimiento, en el Perú se instauró un sistema republicano que a la vez trajo muchos conflictos internos con el objetivo de llegar al poder.
Podemos rescatar que las concepciones políticas sanmartinianas no lograron arraigar entre los americanos; su patria, Argentina, vivió aciagos días de pugnas fratricidas; el Perú, tras el colapso del Protectorado sanmartiniano, cayó bajo la influencia de varios caudillos rivales y sufrió un largo período de caótica inestabilidad. En tanto que las concepciones políticas bolivarianas aun muertas, cada día son más fuertes en la vida del continente sudamericano. Bolívar soñó en la unificación de todos los países en los que luchó, porque veníamos de raíces similares, pero la ambición y la traición evitaron esta unificación, que ahora busca manifestarse mediante diversas organizaciones latinoamericanas.

Día de la Proclamación de la Independencia del Perú
Palabras históricas del General Don José de San Martín, en medio de la Plaza Mayor de Lima, aquel 28 de julio de 1821: "El Perú es desde este momento libre e independiente por la voluntad general de los pueblos, y por la justicia de su causa que Dios defiende. ¡Viva la patria! ¡Viva la libertad! ¡Viva la independencia!"
El general argentino, Don José de San Martín (1778-1850) tenía la idea de que la única manera de consolidar la independencia en los virreinatos sudamericanos era independizando el Perú. 
Según algunos historiadores, la firma del acta de la Independencia el 15 de julio por parte de la aristocracia limeña y la posterior declaratoria el 28 del mismo mes fueron simples formalidades. La real independencia del Perú se lograría con la derrota de las tropas realistas acantonadas en los Andes.
La mayoría de los historiadores coincide que el proceso más antiguo que dio origen a la independencia del Perú fueron las reformas borbónicas. Este largo periodo en que una serie de medidas políticas y económicas restrictivas y represivas provocó que una amplia gama de sectores, criollos, mestizos e indios participaran en movimientos sociales en los sectores geográficos donde las reformas afectaron de manera más aguda. Sin embargo, las ideas reformistas que se expusieron en la época, en los planes políticos de los levantamientos, junto a algún discurso separatista ligado a un milenarismo indígena, no tuvieron los resultados inmediatos esperados.

En vez de dividir a la población en españoles y peruanos o americanos, los levantamientos y rebeliones separaron a las elites criollas y mestizas de las masas indígenas, pues las primeras temían que un desborde popular transformase la estructura jerárquica de la sociedad colonial. Por último, si bien durante esta época se dieron pugnas entre la elite limeña y la provinciana, éstas no fueron decisivas en el posterior proceso de independencia, brindando más bien apoyo una vez que los ejércitos libertadores ya se encontraban en territorio peruano, como en el caso de las montoneras o las donaciones.

viernes, 31 de mayo de 2013

LA INDEPENDENCIA DEL PERÚ LAS CORRIENTES LIBERTADORAS Y LA CAMPAÑA FINAL

ANTECEDENTES
José de San Martín, libertador protector del Perú nació en Yapeyú Argentina en 1778. Como gobernador teniente de cuyo, propuso una estrategia novedosa: No insistir en la penetración por el alto Perú. Organizar una expedición en dirección Este – Oste, primero para liberar Chile y luego avanzar hacia el Perú por mar. Murió en Francia el 17 de agosto de 1850.

LA CAMPAÑA A CHILE 1816 Mendoza:
Se forma el ejército de los Andes. 1817 El paso de los Andes: Hecho por los granaderos a caballo. 1817 Batalla de Chacabuco: San Martín vence a Marco del Pont. 1818 Batalla Cancha Rayada: Mariano Osorio derrota a San Martín. 1818 Batalla Maypú: San Martín sella la independencia de Chile 1818 Santiago: Director supremo: Bernardo O´higgins.

LA CAMPAÑA MARÍTIMA
Estuvo dirigida por Lord Alejandro Thomas Cochrane , quien organizó dos viajes desde Chile al Perú, con el objetivo de difundir la prédica independentista, reconocer el territorio enemigo y destruir objetivos realistas: 
  • Primera expedición: Enero 1819 :bloqueo Callao desembarco en Huacho y Huaura, más tarde estuvo en Paita. 
  • Segunda expedición: Setiembre 1819 además de tocar nuevamente el Callao, desembarcó en Pisco, luego viro hacia el norte hasta Guayaquil.


SAN MARTÍN EN EL PERÚ
Cuartel general en Pisco: Conferencia Miraflores (Setiembre 1820). Los representantes del Virrey Pezuela ( Dionisio Capaz, Hipólito Unánue) y San Martín (Tomás Guido Y Juan García Del Río) se reúnen para discutir el tipo de gobierno más conveniente para el Perú.

Expedición de Álvarez De Arenales
Penetró la sierra central, su operación cubrió desde Huamanga hasta Huancayo, Jauja, Tarma proclamando La Libertad de los pueblos venció a O`Reylli en la Batalla de Cerro de Pasco (6 de Diciembre de 1820).

EL TRASLADO A HUAURA
·       Captura de la Esmeralda
·       Se proclama en Huaura por primera vez la Independencia
·       Pase de Batallón Numancia al ejército patriota.
·       Independencia de Lambayeque.
·       Independencia de Trujillo (Diciembre de 1820)
·       Motín de Aznapuquio (29 de Enero 1821)
·       Pezuela es destituido por Serna.
·       Se lee el reglamento provisorio (Febrero 1821)

EL INGRESO A LIMA
Hace su ingreso el 12 de julio y en cabildo abierto del 15 de julio se redactó el acta de independencia. La independencia fue proclamada el 28 de julio de 1821 en medio del júbilo de todos los criollos limeños.

EL PROTECTORADO
Modelo de gobierno transitorio Entrega el poder a San Martín Promulga el estatuto provisorio (base legal) Crea tres ministerios: Ministerios de Relaciones Exteriores: Juan García Del Río. Ministerio de Guerra: Bernardo de Monteagudo. Ministerio de hacienda: Hipólito Unanue.

EN BÚSQUEDA DE LA MONARQUÍA
Envió a Europa la Misión García Del Río Paroissién, encargada de buscar un príncipe Europeo, para gobernar el Perú Creó la Orden del Sol (Octubre de 1821) para premiar a los patriotas que lucharon por la Independencia: Fundó la sociedad patriótica, con la intención que difundiera las ideas monarquistas.

LAS ACCIONES MILITARES
Se logra la rendición del Real Felipe. Se envía a Andrés De Santa Cruz a Guayaquil y junto con Sucre lograron la victoria de Pichincha. Los patriotas son derrotados en Macacona.

OBRAS DEL PROTECTORADO
Mediante La Ley De Vientres decretó la Libertad de los negros nacidos después del 28 de Julio de 1821. Abolió el Tributo Indígena (no se cumplió). Creó la Legión peruana de la Guardia que tuvo una destacada actuación en la batalla de Pichincha, contribuyendo en la Independencia del Ecuador.

EL PRIMER DEBATE POLÍTICO:
LIBERALES: MONARQUÍA CONSTITUCIONAL 
CONSERVADORES: REPÚBLICA

 EL CONGRESO CONSTITUYENTE
Presidente: Javier De Luna Pizarro Vicepresidente: Manuel Salazar y Baquíjano Secretarios: José F. Sánchez Carrión y Francisco Javier Mariátegui.

LA CONFERENCIA DE GUAYAQUIL
Fue en julio de 1822. San Martín buscaba el apoyo de Bolívar y la recuperación de Guayaquil para el Perú. Fracasó por las diferencias ideológicas de los líderes. Aceleró la partida de San Martín del Perú.

EL RETIRO DE SAN MARTÍN
Partió el 20 de setiembre de 1822. Dejó el congreso constituyente instalado. Viajó a Valparaíso y luego a Buenos Aires. Tras su retiro el Perú inició una fase de lucha separatista conocida como la fase a intermedios.